- El pensamiento crítico no es pensar de forma negativa o con predisposición a encontrar fallos o defectos. Es un proceso o procedimiento neutro y sin sesgo para evaluar opiniones y afirmaciones tanto propias como de otras personas.
- El pensamiento crítico no trata de hacer personas que piensen de la misma forma, ya que si bien, pueden aplicar el mismo procedimiento éstos podrían diferir en sus prioridades, principios y lista de valores que, como se observa en la figura 1, afectan al razonamiento. Es decir, muchos podrían contar información o experiencias nuevas que otros no cuentan, para que aplicando el mismo principio, se lleguen a conclusiones totalmente diferentes. Adicionalmente, siempre habrá diferencias en la percepción y las necesidades emocionales básicas que harán definitivamente imposible que todos piensen de la misma forma, a pesar de la ponderación objetiva que haga el razonamiento crítico, pues ésta sigue tratándose de información extra.
- El pensamiento crítico no trata de cambiar la propia personalidad, incrementa la objetividad consciente, pero se siguen sintiendo los prejuicios habituales.
- El pensamiento crítico no es una creencia. El pensamiento crítico puede evaluar la validez de las creencias, pero no es una creencia en sí, es un procedimiento.
- El pensamiento crítico no reemplaza o minimiza los sentimientos o emociones. Sin embargo, algunas decisiones emocionales que son también decisiones críticas, tales como decidir casarse o tener hijos, son observados desde múltiplos puntos de vista.
- El pensamiento crítico no favorece ni representa específicamente a la Ciencia. Sus argumentos pueden ser usados para favorecer opiniones contrarias a las comúnmente aceptadas por el marco científico, como en el caso del diseño inteligente.
- Los argumentos basados en el pensamiento crítico no son necesariamente siempre los más persuasivos. Con gran frecuencia los argumentos más persuasivos son aquellos destinados a recurrir a las emociones más básicas como el miedo, placer y necesidad más que a los hechos objetivos. Por esta razón, es común encontrar en los argumentos más persuasivos de muchos políticos, telepredicadores o vendedores una intencionada falta de objetividad y razonamiento crítico. Véase Lista de prejuicios cognitivos.
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