jueves, 12 de noviembre de 2009

10 Claves para Recuperar tu Energia

El estilo de vida que lleva la mayoría de las personas hoy en día, es una de las principales causas de estrés y tensión. Es común escuchar comentarios como: “no me alcanza el tiempo para nada”, “es que me siento tan cansada”,  “me falta energía para hacer las cosas que quiero”…  seguramente saben que necesitan hacer cambios en su rutina, pero no se sienten preparados para hacerlo o no saben por dónde comenzar.  Cuantas veces al día o a la semana nos lamentamos del ritmo que tiene nuestra vida, nos quejamos del exceso de responsabilidades y compromisos o del poco tiempo que nos queda para descansar, pero no tomamos una acción determinada para cambiar o ajustar nuestro estilo de vida y cambiar definitivamente nuestra situación.
Nos hace falta revisar nuestras prioridades y ajustar el valor que nos damos a nosotros mismos, pues sólo si es suficientemente importante, tendremos la voluntad, la determinación y el compromiso necesario para llevar una mejor vida.
Para apoyarte a levantar tu ánimo y energía vital, voy a compartir contigo diez claves sencillas que te llevarán a hacer pequeños cambios en tu rutina de vida.
1 Ponte en movimiento. Sentarte al final del día en un sillón frente al televisor no te ayudará a recuperarte. Ponte unos zapatos cómodos y sal a dar un par de vueltas alrededor de tu casa, esto te ayudará a soltar las tensiones, a relajar tu cuerpo mientras lo oxigenas un poco y aumentar tus niveles de energía.
2 Ordena tu vida. El desorden tanto en tu casa como en la oficina, agrega confusión y tensión a tus días.  Vale la pena que inviertas unos minutos en organizar tus clósets, gavetas y escritorio, pues el tiempo que gastas buscando las cosas que necesitas, te agota.  Simplifica y ordena tu vida para que puedas sentirte más liberado y animado.
3 Desconéctate de vez en cuando. Hace falta que detengas tu actividad haciendo pequeñas pausas de un minuto varias veces al día, para respirar, estirarte, buscar un vaso de agua.  Esto te ayudará a relajar la tensión y a recuperar la claridad mental y el ánimo para continuar con el trabajo que realizas.
4 Evita las emociones negativas. Las emociones negativas se contagian fácilmente, por eso es importante que pongas un poco de distancia entre tú y las personas negativas y pesimistas que te rodean. Busca la relación con personas optimistas y entusiastas que puedan influir positivamente en tu estado de ánimo.
5 Canaliza tu ira. Cuando te quedas con toda esa carga emocional represada adentro, te conviertes en una olla de presión, siendo tú la principal víctima de la ira convertida muchas veces en resentimiento. Atrévete a expresar lo que sientes de la mejor manera y práctica el perdón cuantas veces sea necesario.
6 Repite frases afirmativas. Aprende a hablar de forma positiva contigo mismo. Evita quedar atrapado en ese monólogo negativo que te es tan familiar, y comienza a crear y a repetir frases positivas que te sirvan para reafirmar tus cualidades y para fortalecerte al momento de superar tus debilidades.
7 Camina descalzo cinco minutos al día. Esto te ayudará a estimular tu circulación y te liberará de la sensación de cansancio en las piernas. Realiza algunas flexiones y estiramientos con tus pies mientras estás sentado.
8 Come más vegetales y proteínas. Evita el consumo de azucares y harinas refinadas, y sigue una dieta alimentiria sana, que te permita recuperar y mantener tus energías.
9 Comparte con tus seres queridos. Los momentos de disfrute y diversión que compartimos con la familia y los amigos, nos hacen sentir bien, queridos, apreciados y tomados en cuenta. Incluye dentro de tu planificación el tiempo para compartir momentos de calidad y fortalecer el vínculo del amor.
10 Aprovecha el tráfico. Si el viaje diario a tu trabajo o a cumplir con responsabilidades y compromisos, implica pasar un tiempo en el tráfico, cambia la idea que tienes acerca de él y comienza a verlo como la oportunidad de tener unos minutos extra, para relajarte escuchando música o tu programa favorito, organizando tu día, recordando momentos agradables o disfrutando del entorno natural que te rodea.  Sonríe y no te dejes atrapar por la impaciencia.
¡Suelta el pasado, deja de preocuparte por el futuro, vive el presente, la vida es maravillosa y todo va a estar bien!

Lo siento, pero no

“En cierta ocasion mostro Buda una flor a sus discípulos y le pidió que dijeran algo acerca de ella. Inmediatamente todos se lanzaron a estudiar la flor. Unos analizaban, discernían, conversaban o discutían sin parar acerca de ella, otros tomaban apuntes sobre sus características, algunos consultaban los libros de ciencias, otros leían poetas buscando inspiración, pero sólo uno permanecía en un rincón observando la flor en silencio.
Al final muchos pronunciaron conferencias, otros entregaron poemas o parábolas sobre la flor, pero todos tratando de quedar por encima de los demás… Sólo Mulad permanecía en silencio y el maestro le dijo:
-¿Qué dices tú acerca de la flor? 
Mulad miró la flor, sonrió y no dijo nada.

Entonces Buda dijo: 
-De ustedes, sólo Mulad ha visto la flor”.

Hay momentos en los que sería bueno apagar la mente con el fin de poder sentir, por un instante, la vida. Estamos acostumbrados, como buenos adultos, a mantener una gran actividad mental, pensamos y analizamos constantemente todo lo que ocurre a nuestro alrededor.
Vivimos envueltos por una gran cantidad de situaciones y eventos que ocurren afuera de nosotros sin la posibilidad de aislarnos por unos minutos para respirar y recobrar el sentido de nuestra vida.
Cuando las actividades sociales, laborales o familiares nos hagan sentir abrumados, y deseemos recuperar nuestra tranquilidad y paz interior, aprendamos a decir la palabras mágicas: “lo siento, pero no puedo” o simplemente: “gracias, pero no tengo ganas...”
Todos requerimos de un poco de soledad, un espacio para poder estar con nosotros mismos, un momento de tranquilidad para reordenarnos, reflexionar o, simplemente, divagar para recuperar nuestro balance y, sobre todo, para volver a conectarnos con nuestra esencia.
Hace poco una amiga me llamó por teléfono para invitarme a una reunión en su casa. Yo la escuchaba mientras estaba regando mi jardín. Pensé que si aceptaba dejaría mis hermosas plantas sin agua, además del mágico instante de soledad que disfrutaba… automáticamente, y sin ninguna excusa le dije:
¡Gracias! , pero no siento ganas de ir. Ya entrada la noche, después de la reunión, mi amiga se acercó a la casa con un poco de sopa caliente, cuando la vi me dijo: 
- Maytte, aquí te traigo sopita de pollo para que te sientas mejor. Sorprendida de verme a esa hora todavía en el jardín me preguntó:

-¿Cómo sigues?, pensando que estaba enferma porque no había ido a la reunión, le respondí:
-¡Muy bien, nunca había estado mejor! Ven que quiero mostrarte algo, y la llevé hasta un rincón del jardín donde le mostré unas maravillosas rosas que acaban de abrir. 
Para llevar una existencia equilibrada y sana es fundamental tener tiempo de calidad para cultivar amistades, asistir a reuniones sociales, ir a las juntas de padres del colegio de los niños, cumplir con los compañeros de trabajo o con los clientes, asistir a las reuniones de condominio… Pero también es importante disponer de tiempo para estar con nosotros mismos, disfrutar de un poco de soledad, dejar nuestra mente libre de pensamientos por un rato, meditar o contemplar y sentirnos renovados y fortalecidos después de unos minutos, para enfrentar la rutina y el mundo acelerado en el cual vivimos.

Muchas veces pensamos que si nos atrevemos a rechazar una invitación, o un compromiso, tendremos que argumentar muchas excusas para no sentirnos desaprobados o rechazados por los demás. Seamos un poco egoístas y busquemos la libertad esencial aprendiendo a decir de vez en cuando: “Lo siento, pero no”, sin sentirnos culpables, cohibidos o con la sensación de que hacerlo va a traernos graves consecuencias en nuestra relación con los demás.
Vivir comprometidos, moviéndonos de un lugar a otro sin detenernos, nos quita la posibilidad de tener el tiempo y el espacio para sentir y reconocer el valor de las cosas sencillas, pero esenciales de la vida… Busquemos el momento de estar con nosotros mismos sin la necesidad de complacer a otros. Tengamos un espacio en donde olvidemos las posturas y las actitudes incómodas, quitándonos las caretas y las corazas para ser, simplemente, nosotros mismos.
Herramientas:
Practica decir cien veces: ¡NO, GRACIAS! Párate ante un espejo con tu mejor sonrisa y repite una y otra vez esta frase hasta que te salga de forma fácil y natural. Encuentra las mejores palabras para expresar tu sentimiento.

Actúa sin culpa. La próxima vez que quieras estar solo di las palabras mágicas y disfruta de tu soledad o de la elección que hagas. ¡Puedes ser libre de elegir!
Elige un lugar donde puedas estar tranquilo. Usualmente el mejor lugar es el baño, pero también podemos tener nuestro rincón en otras áreas de la casa. Un espacio donde podamos estar realmente solos sin que nadie nos moleste. Usualmente los templos, fuera de las horas de los oficios religiosos, son excelentes lugares para estar y recuperar la paz y la tranquilidad.


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Se Feliz Ahora

Una tarde , frente a un centro comercial, encontré un vendedor callejero con una carretilla llena de mandarinas, escuché cómo este hombre mal vestido y sudoroso, a todo pulmón gritaba sonriendo, las bondades de sus mandarinas: “Mire qué hermosas frutas, señorita. Pruebe una sin compromiso, si no le gusta no se la cobro; distinguido caballero, llévele esta bolsa de mandarinas a su esposa, tenga un dulce detalle con ella, llévelas ahora y mañana me las paga”, yo observaba sin que él se diera cuenta su entusiasta y alegre perorata… luego me miró fijamente con unos ojos chispeantes y me dijo con su cara radiante: ¡Señora, se ha dado cuenta Usted qué lindo día nos ha regalado el Creador!! Quedé sin saber qué responderle, estaba sorprendida: este hombre humilde era capaz de generar toda esa alegría, toda esa felicidad, a pesar de que no parecía tener las cosas que la mayoría de nosotros creemos que dan la felicidad. Mire a mi alrededor y sólo vi gente cabizbaja, amargada, apurada y agobiada, nadie se fijaba en este hombre y su mensaje. En verdad es extraño y reconfortante encontrar a alguien con tanta alegría en el medio de la ciudad, simplemente por el hecho de estar vivo y tener la oportunidad de hacer su trabajo.
La felicidad de este hombre común y corriente, que vive el día a día en circunstancias mucho más difíciles que tú y yo, me confirma que para ser feliz, no se requiere de vivir en una gran mansión ni de pasar grandes vacaciones ni de tener un cargo muy importante ni de tener muchos títulos, ni de la marca de nuestra ropa ni de cuánto dinero tengamos en el banco; en verdad, la felicidad es un estado de conciencia y depende de nuestra actitud, pues la mayoría de la gente es tan feliz como decide que puede serlo.
¡No necesitamos estar en circunstancias diferentes para ser felices!!. ¿Cuántas veces pensamos: Seré feliz cuando me gradúe, “cuando me case”, “cuando me jubile”, “cuando me mude a otra ciudad o país”, “cuando me aumenten el sueldo”, “cuando consiga otro trabajo”..? Postergamos continuamente la felicidad sin darnos cuenta que no podemos hacerlo pues el único momento que tenemos y podemos usar es el presente.
Recuerda que ¡serás tan feliz como decidas serlo, incluso si no cambian las circunstancias!! La felicidad es exclusivamente tu responsabilidad, eres tú quien decide si vives amargado, haciendo mala cara o si por el contrario vives feliz y sonriente. Comienza a cambiar tu actitud y la interpretación que le das a cada evento que aparece en tu vida. A veces nos sucede que cuando estamos a punto de comenzar una nueva etapa en la vida, aparece una piedra en el zapato, algo por resolver, un imprevisto o un problema que solucionar, nos desanimamos pensando qué la felicidad no es para nosotros, sin darnos cuenta de que los problemas y los imprevistos forman parte del proceso de la vida y que siempre estarán ahí para ayudarnos a crecer, a madurar y a usar las herramientas que tenemos, ajustemos la perspectiva que tenemos de la vida. Aprende a disfrutar del proceso y del camino que te lleva a conseguir tus metas. Reconoce todos tus regalos y dale gracias a la vida por todo lo que tienes, aunque sólo sea la posibilidad de estar vivo un día más y disfrútalo, porque es un regalo extraordinario. Más que dinero y fama, busca sentirte bien contigo mismo, con lo que haces, con lo que tienes y con las personas que te acompañan a vivir cada día; esa tiene que ser tu prioridad. Pregúntate: ¿qué estoy haciendo o dejando de hacer para sentirme vacío o desanimado? Es posible que cuando dejes de buscar culpables de tu malestar, puedas encontrar en ti la causa del mismo, entonces habiéndolo reconocido podrás trabajar en el para superarlo.
A propósito, te daré un formula infalible para ser feliz de forma instantánea: haz feliz a otros. Pues todo lo que entregas a los demás sin esperar recompensa o reconocimiento alguno, te reconforta, te fortalece y hace que la prosperidad llegue a tu vida. ¡Te juro que funciona!
“Trabaja como si no necesitaras dinero, ama como si nunca te hubieran herido y baila como si nadie te estuviera viendo”.
¡Suelta el pasado, deja de preocuparte por el futuro, vive el presente, la vida es maravillosa y todo va a estar bien!!
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Paciencia todo tiene su Tiempo y su Lugar

Un día llegó a Africa un explorador ansioso por llegar cuanto antes al corazón del continente. Traía consigo la fantasía de poder encontrar un gran tesoro, gracias a un mapa que había caído en sus manos años atrás.

Apenas llegó, contrató al mejor grupo de hombres de la zona —a los que conocían el terreno—, para no perder tiempo, y les ofreció una recompensa para que caminaran sin parar hasta llegar al sitio donde estaba el tesoro. Una vez que lo cargaron, la caravana inició apresuradamente su aventura. Durante varios días el explorador le exigió a sus hombres que debían mantener el paso; aun cuando se sintieran cansados, a duras penas se detenían para tomar agua y continuar el camino. Ellos le obedecieron, hasta que un día se detuvieron, se sentaron en el suelo y se negaron a continuar. Cuando el explorador les preguntó qué pasaba, le respondieron sabiamente:

“Hemos caminado con tanta prisa que ya no sabemos ni lo que estamos haciendo. Ahora tenemos que esperar a que nuestras almas nos alcancen para
poder continuar
”. 

He tenido unos días llenos de mucha actividad debido a un proyecto en el que estoy trabajando; me sentía actuando como con un piloto automático. Esto me hizo reflexionar acerca de la velocidad con la que vivimos cada día, tratando de ser más eficientes y productivos haciendo varias cosas a la vez, como si creyéramos que el tiempo pasa más rápido de lo que somos capaces de aprovecharlo; sin darnos cuenta de que exageramos al ocuparnos de tantos asuntos, hablando por el celular mientras manejamos, y además tratando de encontrar una dirección, pensando en que tenemos que recoger a nuestra hija del colegio e ir al banco. Al final del día experimentamos una sensación de cansancio, de vacío y hasta de un poco de frustración por no haber podido cumplir con las diez mil cosas que nos habíamos propuesto realizar, y que quedarán pendientes.

Cuando actuamos de esta manera, no sólo dejamos de ser eficientes, sino que además perdemos la capacidad de reconocer las cosas verdaderamente importantes, para poder diferenciarlas de las urgentes o de las que no son absolutamente necesarias, y así poder ocuparnos sólo de lo importante, con calma, concentración y excelencia. Por supuesto, al dejarnos llevar por esta especie de compulsión que nos lleva a no parar, nos sentimos agobiados, cansados, estresados y malhumorados. A partir de ese momento nos transformamos, no sólo nos presionamos a nosotros mismos, sino que comenzamos a hacerlo con los demás, nos volvemos exigentes, críticos y hasta agresivos, al no poder cumplir con el exceso de cosas que tenemos pendientes en el momento en que queremos hacerlo. Y si alguna persona trata de ayudarnos o nos sugiere que nos calmemos es peor, pensamos que no entiende nada o que simplemente no le interesa resolver el asunto.  

Necesitamos rescatar el significado de una palabra sencilla, pero importante, que nos permite recuperar la calma: la paciencia. 

Para algunas personas la paciencia es sinónimo de pasividad, de inactividad, de indolencia y, por supuesto, de fracaso. Pero en realidad la paciencia es el antídoto contra el estrés y la pérdida inútil del tiempo, pues nos ayuda a mantener el equilibrio que nos da la claridad mental para analizar las cosas de una manera más objetiva, nos permite hacer uso de nuestras capacidades y de los recursos que tenemos, brindándonos la capacidad de hacer mejores elecciones para actuar con más eficiencia. 

Cuando bajamos la velocidad, el mundo se convierte en un lugar más amable, las relaciones con los demás fluyen con más comprensión y tolerancia, disfrutamos de lo que hacemos. Los problemas y el fracaso se convierten en parte del proceso para crecer y conseguir el éxito. Recordemos que hay un tiempo para cada cosa y que lo mejor está aún por llegar.
Claves para manejar el tiempo

Planifica. Toma en cuenta el tiempo real para cumplir con tus asuntos pendientes y considera la disponibilidad de las personas con la que necesitas contar para hacerlo. Usa el teléfono y el Internet; esto te ahorrará tiempo. 

Concéntrate en el aquí y ahora. Cada vez que la impaciencia se manifieste en forma de nerviosismo, pregúntate qué puedes hacer en ese momento para ser más eficiente. Si se te ocurre algo nuevo, hazlo y si no, respira profundo y piensa en que ya estás haciendo tu mejor esfuerzo.

Acepta lo inesperado. No te quedes pegado pensando en lo que pudiste hacer para evitarlo, ni tampoco profundices en el análisis de los aspectos negativos de la situación, pues esto hará que la percibas con más gravedad y que te sea más difícil de asumir y resolver. Piensa en cómo puedes solucionarla y hazlo.

No permitas que el estrés se apodere de ti. Si hiciste lo que tenías que hacer y no lograste cumplir todas las actividades pendientes, no te preocupes ni te desesperes, siempre habrá otro momento para hacerlo.

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Guerra entre Venezuela y Colombia:


Guerra entre Venezuela y Colombia:



La guerra entre Venezuela y Colombia. Es el dolor y las lagrimas de una madre por la perdida de un hijo.


Es la tristeza de Simón Bolívar, al ver como sus hijos se matan entre si.


Es el ocaso de una esperanza no vivida.


Es ver como el titiritero cumple sus sueños a ver que sus títeres enredan sus cuerdas. 


Es el egoísmo de unos pocos hecho realidad sin que la mayoría levante la voz para decir ya vasta.


El sufrimiento de nuestros hijos al ver su futuro perdido en el pasado.


Es el miedo a dormir por que las pesadillas siempre serán terribles.


Es regar nuestros llanos con la sangre de nuestros hermanos.


Es ver el cielo teñirse de gris oscuro.


La frontera esta en nuestro corazón.


La esperanza esta en la palabra.


La verdad se quedo dormida y la mentira tomo el mando de este barco.


Gloria al Bravo Pueblo


que el yugo lanzó


la Ley respetando


la virtud y honor.


I


¡Abajo cadenas!


Gritaba el señor;


y el pobre en su choza


Libertad pidió:


A este santo nombre


tembló de pavor


el vil egoísmo


que otra vez triunfó.





Viva Venezuela.





¡Oh, gloria inmarcesible!


  ¡Oh, júbilo inmortal!


  En surcos de dolores


  el bien germina ya.


 IV


Bolívar cruza el Ande


  que riegan dos océanos,


  espadas cual centellas


  fulguran en Junín.


  Centauros indomables


  descienden a los llanos,


  y empieza a presentirse


  de la epopeya el fin.





Viva Colombia.



Que Vivan dos Paises Hermanos ¡Que Dios Nos Proteja de Morir Por Nuestras Propias Manos!